miércoles, 19 de noviembre de 2014

No te alejes de mi lado.

Apagó la luz y me susurró  “no te alejes de mi lado”.

Íbamos a cualquier dirección escapando de todo adiós que quisiera alcanzarnos, corriéndonos a contratiempos y haciendo del caos nuestro lugar a salvo.

-Llévame a todos los bares en los que haya ron y bailes, que somos todos los pasos mal dados que damos, que somos todo lo que dimos cuando no pedimos nada a cambio.

Y la llevé, a todos los lugares en los que éramos únicamente dos más juntos. Y nos apretamos, porque aunque no sepa bailar sé cogerla de las manos y moverme hacia los lados y cada vez que mueve las caderas mueve mi mundo, ¿y no lo veis? , que cada golpe suyo de melena es un huracán. Y a mí que siempre me gustaron las tempestades, me cuelgo del último susurro que regala cuando ya no puede más. Me cuelgo de todos sus intentos suicidas de que no sea uno más.

Teníamos tantos principios que engañamos al final, y para hacer las cosas de verdad solo hay que ponerle ganas y de eso vamos sobrados. Aunque nunca sepamos cuando es el momento para algo, nosotros juntos somos el momento exacto.

Y no voy a dejar de soñar contigo por dormir a tu lado.
"Deberíamos dejar de agarrarnos a las cosas como si fuesen farolas y empezar a disfrutarlas, dejar que nos gusten aunque ni siquiera comprendamos por qué. Dejar que sean como son. Deberíamos despegar los pies del suelo, sacarlos del tiesto. No hay nada de malo en romper un molde. No hay nada de malo en querer algo con las suficientes ganas como para salirse del montón. Como bien sabéis, para hacer una tortilla primero hay que romper un par de huevos. En esta vida hay que tener hambre. Hay que gritar. Hay que ser extraordinario, no importa en qué ni de qué manera. Serlo. Porque como bien dicen: los barcos están más seguros en los puertos, pero los barcos no se construyeron para eso."